El siempre polémico primer ministro galo Manuel Valls ha abierto la puerta al candente debate sobre el estado del socialismo y la socialdemocracia en Francia, uno de los paradigmas de la socialdemocracia europea. Valls soltó la última de sus perlas este pasado jueves, afirmando que el socialismo (pensando que se refería a la corriente más tradicional y conservadora en Francia). Dijo que hay que acabar con el socialismo “nostálgico”, una sentencia que suena a que hay que quitar polvo a los postulados sobre los que se rige su ideología, que el socialismo arcaico está desfasado en Francia.
Estas declaraciones las hizo en una entrevista al diario Le Nouvelle Observateur, en las que también hizo referencia a que hay que apostar por un nuevo socialismo que elimine todo lo que aliena al individuo, en definitiva que elimine las ataduras de sus ciudadanos. «La izquierda está amenazada porque no ha logrado articular respuestas fuertes a cuestiones esenciales», clamaba el primer ministro francés, dejando así la pregunta abierta al debate: ¿sigue siendo el socialismo actual suficientemente moderno? Además hablaba de las tres bases del movimiento socialista: pragmático, republicano y reformista. Pero olvidó mencionar en esta enumeración a la palabra socialista, con lo que no queda clara cuál es su postura concreta. La evita, incluso entre los círculos políticos franceses hablan de que pretende un cambio de nombre del partido, algo que no parece muy probable para Carlos Carnero, director gerente de la progresista Fundación Alternativas, «no creo que vayan a cambiar su denominación».
«Hay señas de identidad básicas en la izquierda, el nombre es importante pero ahí tenemos el ejemplo del socialismo de Renzi, cuyo partido es el Partido Democrático», afirma Carnero. Lo que sí que es cierto es que «tiene una mentalidad muy inquieta y siempre ha planteado el debate en Francia, por un momento me gustaría que nos planteásemos qué pasaría en España si tuviéramos un partido como el Front National que tiene un 22% de los apoyos».
Valls aseguraba que no valía la pena encerrarse en los tótems de la izquierda, que si no los socialistas galos se alejaban de la idea de progreso, de mirar hacia adelante, puede que Valls esté pensando en cómo insuflar aires renovadores al socialismo galo. Entre las filas de los socialistas la división es un hecho constatable, parece que Valls cada vez se queda más solo en su afán por implantar la socialdemocracia en Francia de corte liberal. Algo en lo que no se muestra muy de acuerdo Carnero, «lo que trata de evitar es la política de la austeridad por la austeridad».
Este verano los seguidores más izquierdistas del socialismo republicano francés se reunieron en la Rochelle bajo el nombre “Vive la gauche”, entre los que estaban miembros reelegidos del gobierno como Christiane Taubira, la ministra de Justicia. Este grupúsculo de los llamados “frondistas” parecían en ese momento desafiar al primer ministro y su estela liberal pero lo cierto es que Valls le restó importancia en ese momento, al parecer no lo consideró como una amenaza directa para su mandato.
Moción de confianza superada pero ajustada
Manuel Valls se enfrentó a uno de sus grandes y decisivos retos a mediados de este pasado mes de septiembre, cuando se enfrentó a una moción de confianza de la Asamblea Nacional que superó con 269 votos a favor y 244 en contra. El examen de Valls contó con el aprobado pero no obtuvo el apoyo quizá necesario. Las medidas económicas liberales que ha ido acometiendo no han gustado a los más tradicionalistas de la formación gala.Valls se muestra progresista, revolucionario, y reformista, algo que François Hollande no acaba de mostrar tal y como asegura José Luis Sanchís, experto analista político: “Hollande con su política de izquierda tradicional tenía problemas de pérdidas de voto”.
En su opinión es necesario ir hacia adelante en la política porque “el que se queda parado se lo lleva la corriente”, afirma. Aunque estos saltos políticos, explica, se dan paso a paso.En el caso del socialismo dice Sanchís, se produce el llamado fenómeno de la triangulación política, es decir, “un gobierno hace medidas que forman parte de la ideología de la oposición”. Este fenómeno vendría a ser un reflejo de las propuestas de corte liberal de Valls, ni socialismo tradicional ni políticas liberales asociadas a la derecha sino una tercera vía. Este concepto se acuñó de la mano del analista político Dick Morris, en la América de Bill Clinton (fue su asesor político), cuando se produjo un espectacular control de las cámaras del congreso y el senado por parte de los republicanos en 1994.
Sanchís asegura que no estamos asistiendo a la mejor época de la socialdemocracia europea, solo hay que echar un vistazo a los apoyos que recaba en algunas de las potencias europeas: Francia, Inglaterra, España o incluso Alemania. No obstante asegura que este juego ideológico puede resultar favorable “es recomendable tener un ala más progresista y otra más moderada”, explica.
¿Qué pasa con la socialdemocracia europea?
Este no es el mejor momento por el que traviesa la socialdemocracia europea y tampoco hay que salir de nuestras fronteras para darse cuenta de que los apoyos que recaba el socialismo en España al que le ha insuflado aires renovadores Pedro Sánchez. Las últimas encuestas de metroscopia encargadas por el diario El País mostraban que la intención de voto del Partido Socialista había crecido en casi 0,5% en España, pero sigue colocándose por detrás del Partido Popular de Mariano Rajoy.
Podemos es el que sigue consolidándose en el panorama político nacional que puede incluso resultar una amenaza para el socialismo español pues los expertos apuntan a que le pueden robar votantes a los socialistas desencantados. Mateo Renzi, en Italia, sin embargo es el que se mantiene en los apoyos del electorado, las últimas encuestas realizadas en Italia reflejan que los ciudadanos le apoyan en un 53%. De hecho el pasado 9 de octubre obtuvo la confianza del Senado italiano para aprobar la reforma laboral que, según el mandatario italiano, “sacará a Italia de la crisis económica”. Renzi obtuvo 165 votos a favor de su partido, PD, el Nuevo Centrodestra, el partido Per L»Italia y la Scelta Civica y 111 en contra (de formaciones como Movimiento 5 Estrellas, Forza Italia, Liga Norte o Sinistra Ecologia Libertà (Sel).
En Francia la intención de voto crece entre la extrema derecha de Marine Le Pen, mientras Hollande y Sarkozy se desinflan. Una encuesta del Instituto Nacional de Opinión Pública señalaba este pasado mes de julio que el Front National de le Pen sería la más votada en una primera vuelta con un 26%, Sarkozy sería el segundo, con un 25% y Hollande y Valls solo obtendrían un 17%, con lo que se puede hacer una idea de cuál es la situación actual del socialismo francés.
En Alemania hay mejor panorama aunque Merkel sigue yendo a la cabeza. En la celebración de las pasadas elecciones europeas los socialdemócratas alemanes de Martin Schulz obtuvieron 6,5 puntos más que en las pasadas alcanzando un 27,3% aunque el bloque conservador de la canciller se alzó con una victoria más amarga que en la de pasadas ocasiones.