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COLOMBIA

Los colombianos, agitados por la desconfianza ante la deseada paz

Si bien todos en Colombia desean que llegue la paz a sus vidas, es difícil encontrar a quien no matice enseguida la posibilidad con un "pero así no"

Ampliar Reunión entre el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Reunión entre el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
  • EFE. BOGOTÁ
Actualizado el 24/08/2016 a las 17:38
Hastiados de 52 años de conflicto armado, unos ocho millones de víctimas, violencia desmedida y, al mismo tiempo, desconfiados ante el acuerdo con las FARC, los colombianos acarician por fin la paz sin escapar de una polarización que consigue hacer dudar a gran parte de la población.

Si bien todos en Colombia desean que llegue la paz a sus vidas, es difícil encontrar a quien no matice enseguida la posibilidad con un "pero así no", muchas veces inconcluso.

"Yo quiero la paz pero no así", zanja Gustavo Ruiz en su taxi, que conduce frenéticamente por Bogotá mientras desbroza las negociaciones con las FARC, a su juicio enrevesadas en su contenido para los ciudadanos.

"¿Usted tiene claro lo que se ha aprobado? Porque yo no", continúa mientras espera que cambie un semáforo en rojo, durante el que agrega que si las cosas estuvieran "mejor explicadas, sería diferente", pero ahora duda de que el lenguaje jurídico con el que están redactados los acuerdos esconda trampas que permitan la impunidad a los guerrilleros.

Gustavo Ruiz es el habitante promedio de las ciudades colombianas, donde residen 37,7 millones de personas del total de 48,7 millones que tiene el país, según las proyecciones de población del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Es una de las paradojas de Colombia, pues aunque el conflicto ha golpeado especialmente las zonas rurales, donde se abraza de forma mayoritaria el acuerdo de paz, las encuestas que sirven para tomar el pulso de toda la sociedad frente a las negociaciones son las que se realizan en áreas urbanas, marcadas por el escepticismo.

No obstante, el optimismo se ha disparado y actualmente el 65 % de los colombianos asegura que iría a votar en el plebiscito para refrendar los acuerdos de paz, y de ellos el 74 % se pronunciaría a favor de los mismos, según la última medición de Cifras y Conceptos.

Esta consultora, que realiza cuatro encuestas de opinión general al año, es uno de los referentes para saber qué piensan los ciudadanos sobre el proceso de paz, que ven con una renovada ilusión por el anuncio que se hará este miércoles sobre la conclusión de las negociaciones en Cuba.

La posibilidad que menos gusta a los colombianos es que miembros de las FARC entren en política (solo el 37 % está a favor), un rechazo similar al que genera la hipótesis de que un exguerrillero sea pareja de su hijo o hija, según datos de Cifras y Conceptos.

"La gente tiene clarísimo que la guerra es un tema político y por eso la entrada en política es lo que genera más rechazo", sostiene Rosembert Ariza Santamaría, profesor de Sociología de la Universidad Nacional especializado en conflicto armado y solución negociada.

Ariza destaca que en la sociedad colombiana, en la que conviven varias generaciones que no han conocido la paz, los gobernantes están "cansados" del conflicto, en tanto que los jóvenes "tienen conciencia de la necesidad de que este país salte de la guerra a otro proceso".

Sin embargo, "hay una gran capa de gente que está ausente en la discusión porque no ha sido interpelada por la guerra", y que pertenecen, generalmente, a una discreta clase media en la que "hay una suerte de escepticismo porque la guerra ni les va ni les viene".

"El modelo económico ha sido estable y su vida se ha mantenido sin ningún problema. Que la guerra continúe pues no los afecta en mayor parte", comenta, pese a que señala que de cada diez familias colombianas "casi seis o siete tienen víctimas del conflicto".

A esto se une la "idiosincrasia colombiana", ya que, asegura Ariza, "el colombiano en general es desconfiado con todo".

La circunstancia es un río revuelto en el que han surgido iniciativas como la del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), que propuso una "resistencia civil" contra los acuerdos con las FARC, de los que es férreo crítico, argumentando que habrá impunidad, lo que a su vez ha generado mayor polarización.

Para Ariza, la clave que evitará que las posturas se radicalicen es la comunicación y la pedagogía para la paz en la que el Gobierno está empeñado para que los colombianos estén lo suficientemente enterados de lo acordado con las FARC y confíen en lo pactado.
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