Malta, la euroescéptica conversa

El país más pequeño de la Unión asume la presidencia rotatoria del club en pleno boom económico y fe absoluta en Europa

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Vistas del puerto de La Valeta, Malta

Dado Daniela / Getty

Han pasado 450 años desde que se puso la primera piedra de La Valeta y la belleza de la ciudad fortificada, una de las mejor conservadas de Europa, sorprende y extasía a sus visitantes a partes iguales. Todas las potencias que han pasado por la pequeña isla mediterránea de Malta han dejado su huella en la arquitectura, cultura y lengua local: árabes, españoles, italianos, franceses, británicos y, ahora, la Unión Europea.

La adhesión, en el 2004, ha cambiado la cara de Malta y está ayudando a dar un buen lifting a La Valeta, que en será capital europea de la cultura en el 2018. Entre las fachadas color miel de sus palacios barrocos, sus coloridos balcones de madera y sus iglesias aparecen a cada paso grúas, andamios y contenedores de escombros que arruinan muchas de las postales perfectas que ofrece la ciudad. “¡Me viene fatal para Instagram tanta obra!”, bromea un visitante y usuario de esta red social.

La adhesión ha cambiado la cara de Malta y está ayudando a dar un buen lifting a La Valeta, que en será capital europea de la cultura en el 2018

Sin más recursos naturales que el sol y el mar, Malta es –junto con la dividida Chipre,– la única isla del Mediterráneo que es un Estado soberano. “Hemos tenido que reinventarnos una y otra vez. Fuimos el centro del comercio de esclavos, servimos de base militar y naval de otros poderes y, gracias a dios, hace casi 500 años el rey de España nos entregó a los caballeros de Malta, que abrieron aquí su cuartel general”, explica Evarist Bartolo, ministro de Educación y Empleo.

Ahora viven del turismo, las finanzas (hace de puente entre Europa y África) y la industria manufacturera principalmente, aunque también se ha hecho un hueco en la industria del cine (su paisaje y arquitectura evocan a Italia, Francia, el norte de África…).

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El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (d), estrecha la mano del primer ministro maltés, Joseph Muscat (i), durante su reunión en el Castillo de Auberge en Valeta

Domenic Aquilina / EFE

Europa entera se volcó en apoyar a estos nobles guerreros para contratar a los mejores artistas y construir fortificaciones, palacios e iglesias. Con los caballeros, Malta fue por primera vez gestionada por sus propietarios desde la isla. La lengua fue un elemento fundamental para preservar su identidad. “Venían de diferentes países y tenían distintas lenguas, así que nunca nos impusieron ninguna. Pudimos refugiarnos en nuestro idioma, que no entendían”, explica Bartolo.

La lengua maltesa, la única semítica de Europa, es un resumen perfecto de la historia del país y el Mediterráneo. Los malteses rezan al dios de los cristianos dirigiéndose a él como ‘alá’. Suena árabe pero se escribe con caracteres latinos y está salpicado por palabras del castellano y el italiano, como grazzi para dar las gracias. Se saludan y se despiden con ecos franceses ( bongu y addiju) pero el inglés, segundo idioma oficial, también ha dejado poso.

La lengua maltesa, la única semítica de Europa, es un resumen perfecto de la historia del país y el Mediterráneo

“Mucho de lo que creemos influencia italiana es en realidad española y viene de Nápoles y Sicilia. Aunque hay arameo y hebreo, el árabe nos llegó sobre todo a través de Andalucía y España, de cuando fueron expulsados”, explica Bartolo durante un viaje organizado por el gobierno maltés. Calleja, Herrera, Navarro o Garzia son apellidos frecuentes. El catalán se reconoce en apellidos como Abela, la Iglesia de Sarriá en Balzunetta, ‘punent’ (Este), la pronunciación de ‘San Gwan’ (Sant Joan)o el nombre de algunos pájaros.

Por primera vez desde su ingreso en la UE, Malta acaba de asumir por seis meses la presidencia rotatoria del club. Su país más pequeño y densamente poblado (425.000 personas en 316 kilómetros cuadrados en total, menos de la mitad que Menorca) se encuentra con la UE asediada por problemas enormes como el Brexit o la crisis migratoria, pero la gestión de esos temas reposa en Bruselas. Su modesta aspiración es “reunir” a la desunida Unión Europea.

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Vista general del puerto de Malta

Domenic Aquilina / EFE

Orgullosa de su identidad, Malta se pensó mucho su ingreso. “Podemos ser la Suiza del Mediterráneo”, defendía Alfred Sant, ex primer ministro socialista. El Partito Laburista era partidario de la neutralidad pero ahora la frase evoca las acusaciones de que el país actúa como un pequeño paraíso fiscal (el gobierno habla de ‘fiscalidad competitiva’).

Los socialistas sólo cambiaron de opinión sobre la UE tras el referéndum del 2003 (ganó el sí con un 53%). La llegada de inversiones hizo que la opinión basculara rápidamente y hoy Malta es uno de los mayores defensores de la UE.

Orgullosa de su identidad, Malta se pensó mucho su ingreso en la UE

Los malteses se muestran orgullosos de la impronta que el dominio británico de la isla (1814-1964) ha dejado en su administración pública pero al hablar de corrupción, la vara de medir es otra, la vecina Italia. “La situación ha mejorado mucho en los últimos años. Sigue operando, pero no es como en Sicilia”, dice una empresaria local.

En estos años, Malta ha cambiado por fuera y por dentro. La buena marcha de la economía ha permitido al gobierno del laborista Joseph Muscat lanzar políticas sociales como la gratuidad de las guarderías para estimular la incorporación de la mujer al mercado laboral. En el 2011, la católica Malta dejó de ser el único país de la UE en que el divorcio no era legal. El 53% de la población votó a favor.

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Varias personas caminan fuera del Parlamento de Malta

Domenic Aquilina / EFE

El crecimiento económico y un oscuro acuerdo migratorio con Italia ha ayudado a aplacar los temores de la población ante la llegada de refugiados. Su tasa de paro es del 4,5% (cuenta unos 3.000 desempleados), una de las más bajas de la UE.

De ser un país de emigrantes, ha pasado a ser el destino de trabajadores extranjeros (33.000 en total, un 80% de la UE y el resto, de Serbia y el norte de África). “Nuestra mano de obra local no puede mantener un crecimiento tan fuerte (6%). Necesitamos inmigración...europea”, recalca Edward Scicluna, ministro de Finanzas.

“¿De verdad hay mujeres que se llaman Pilar?”

Habitada por fenicios, griegos, cartagineses y romanos, Malta estuvo controlada brevemente por los bizantinos y después los árabes hasta que en 1282 pasó a formar parte de la Corona de Aragón. En tiempos de las cruzadas, la importancia geoestratégica del enclave aumentó y en 1530 Carlos I de España cedió la isla a los Caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan, que acaban de ser expulsados de Rodas por los turcos. Fue entonces cuando se planificó la ciudad de La Valeta, una auténtica fortaleza que los turcos no tardaron en poner a prueba en el gran asedio de 1565.

Los Caballeros eran una orden multinacional y cada lengua tenía su propia casa o albergue para alojar a los que no tenían morada propia o estaban de paso en La Valeta. Algunos de estos majestuosos edificios han sobrevivido y hoy alojan organismos oficiales.

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Banderas de Malta y la Unión Europea ondean en una calle en Valeta

Domenic Aquilina / EFE

El majestuoso Auberge de Castille (1570), que alojaba a caballeros de Castilla, León y Portugal, es ahora la oficina del primer ministro. El Ministerio de Asuntos Europeos se encuentra en el Auberge de Aragon (1569) y actualmente incluye la adyacente House of Catalunya. Situada frente al mar, consiste tres mansiones barrocas encargadas en 1692 para los caballeros del Priorat.

Para reafirmar su identidad nacional, los caballeros contaban a menudo con sus propias iglesias, como la dedicada a Nuestra Señora del Pilar y que se encuentra detrás de la casa de Aragón en la calle de Poniente, señalizada en maltés (Triq Il Punent) e inglés (West Street).

Para reafirmar su identidad nacional, los caballeros contaban a menudo con sus propias iglesias

El templo, de 1670, no está abierto al turismo pero sí indicado como Our Lady of Pilar y cuenta con una imagen de la virgen sobre una columna de jaspe similar a la de Zaragoza. Los vecinos tienen gran devoción por ella pero se sorprenden de su popularidad fuera de la isla: “Me han contado que en España hay mujeres que incluso se llaman Pilar, ¿es eso cierto?”, inquirió un feligrés a esta cronista en otra vista a la isla.

No todo era orar y luchar contra infieles en tiempos de los caballeros. “Nos dejaron vivir a nuestro aire, aunque sí les interesaban nuestras mujeres a pesar de que hacían voto de castidad... Se dice que el apellido Spiteri viene de los que nacían en el hospital de la Santa Enfermería de los Caballeros”, cuenta Evarist Bartolo, ministro de Educación y Empleo.

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La Valeta, capital de Malta, a orillas del Mediterráneo

Neale Clark / Getty
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