Fermín Bohorquez, ganadero de toros bravos y rejoneador

"Las tradiciones en España siempre nos han unido mucho"

Fermín Bohorquez.

Fermín Bohorquez. / José Ramón Ladra

-Retirado anda usted, no digo del toro, sino de la profesión...

-¡Qué va! Un torero no se retira nunca. Se dice mucho, pero es la verdad: se es torero hasta el momento de la muerte. El espíritu sigue estando vivo dentro. Late. Se le nota. Sigue ahí. Piensas y vives en torero.

-Dio usted un paso atrás y se dedicó a otros menesteres tras abandonar los ruedos...

-Dejé de torear y después falleció mi padre (el recordado rejoneador y ganadero Fermín Bohórquez Escribano). Todo vino así. Hubo que tomar las riendas de los negocios familiares y eso es justamente a lo que me dedico ahora, a la ganadería de toros bravos.

-Al rejoneador se le suele vincular más por razones obvias con el caballo que con el toro, pero su familia siempre ha tenido claras sus preferencias a este respecto...

-Es cierto. Yo soy muy de toros. El caballo fue una forma de acercarme a los toros. Los ejemplares del hierro Fermín Bohórquez son un legado. La ganadería la inició mi abuelo en los años 40 y aquí sigue.

-¿Cómo es el tránsito de un profesional desde que deja del albero y llega a la dehesa?

-De la dehesa nunca me he ido. Mucho antes de retirarme sabía que el toro requiere de mucho tiempo, de muchísimo tiempo... ¡Es más, necesita de todo tu tiempo! Cuando vives en el campo estás en el día a día, vives al minuto. Debes estar atento a multitud de factores desde la alimentación de las reses a labores tales como los ojeamientos, hacer los lotes, los apartados para las corridas, el manejo de los toros a diario, decidir cuándo llega el momento de cambiar algunas formas de hacer las cosas, no olvidarte jamás de la agricultura ni de la dehesa, que es uno de nuestros grandes patrimonios. Y lo más grande es que todo va unido de forma firme: la dehesa, el campo y el toro.

-¿Cómo ve al toro bravo un rejoneador que ejerce de ganadero? ¿Pasa el animal de enemigo a amigo? ¿De reto a superar a erigir un reto que otros deberán intentar superar?

-Mire, desde uno y otro lado, el toro bravo es un animal singular. Desde el primer momento te marca tanto el respeto como la distancia. Debes respetarlo siempre, como lidiador y como ganadero. No caer jamás en el error de menospreciarlo. El toro vive cuatro años en plena libertad en la dehesa. En ese tiempo adquiere un físico imponente. Y es ahí donde reside el trabajo del ganadero: seleccionar, preparar y elegir.

-¿En qué forma interviene el ganadero en la consecución del, llamémosle así, producto?

-Es labor de los ganaderos que le ayudemos a que ese físico imponente sea el mejor posible. ¿Cómo lo conseguimos? Pues a través del hábitat. Hacemos que corra, que busque su sustento y que se haga fuerte...

-Dicen que sin la ganadería brava la dehesa estaría en serio peligro...

-La ganadería brava ayuda a mantener la dehesa. Son unos parajes naturales donde no hay fertilizantes, ni herbicidas. Pocos parajes más naturales hay. Allí no hay nada tóxico. Es un hábitat muy natural que, sinceramente, creo que en algunas latitudes no existiría sin el toro de lidia.

-¿Con cuántas cabezas de ganado cuenta en la actualidad?

-Pues más o menos con un millar aproximadamente.

-Dicen que corren malos tiempos para los ganaderos de bravo. ¿Cómo ve el futuro?

-Soy optimista. Gracias a la labor que realizamos, al prestigio adquirido durante generaciones por quienes me precedieron, puedo decir que vendemos todo lo que producimos. Es un gran dato.

-¿Y la Fiesta Nacional y sus pulsos?

-Pienso que son momentos cíclicos. A veces el viento va a favor y otras en contra. Debemos ser conscientes de que las tradiciones en este país nos unen mucho. Sin ellas, mal vamos. La fiesta es justamente uno de esos nexos de unión que existen entre nosotros.

-Hay quienes se oponen...

-Es cierto, pero debemos tener la libertad de elegir en asuntos de esta índole. Es algo que creo que se está olvidando.

-Me dijo al principio que se sigue sintiendo torero...

-Eso siempre estará ahí. Es que llegas a un punto en que sientes la vida en torero. Y la sigo viviendo como si aún estuviera en los ruedos.

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