Blog de Hildy

Tiene 26 años, y sus películas y series no le han dado ningún premio. Pero todos reconocen a Sydney Sweeney que sabe vender aquello en lo que se mete, de modo especial a través de las redes sociales. Desparpajo, intuición, falta de complejos y sex appeal son algunas de las claves de su éxito.

Los grandes conglomerados del mundo del entretenimiento están en guerra continua, consigo mismos, o con la competencia, y ahora es el turno de luchar por el público que se va de vacaciones a los parques temáticos.

¿Cómo hay que interpretar el triunfo de Bob Iger en la reunión de accionistas del pasado 3 de abril, en que fracasó el intento del accionista Nelson Petz por copar dos puestos de la junta de gobierno de Walt Disney?

Dicen que a nadie le amarga un premio. Pues no está tan claro en tiempos de cultura de la cancelación y de linchamiento mediático, ya que en esas ocasiones toca taparse la boca, o que te quiten lo ganado antes de dártelo.

Cuando nació Netflix, los amantes del cine y las series aplaudían con las orejas. Primero con su videoclub postal, y luego vía streaming, tenían al alcance sus títulos favoritos. Ahora tienen... ¡lo que solían tener en la televisión convencional!

Corren tiempos duros para los grandes estudios. Warner Discovery no logra que los números le cuadren, y al igual que Disney, Paramount y Universal con los suyos, no consigue que su servicio de streaming HBO Max vuele a la altura deseada. Eso y algunas meteduras de pata sonadas, les han conducido al hundimiento en bolsa.

A nadie con ojos en la cara se le escapa que las cosas en Disney, compañía por antonomasia del entretenimiento familiar, están bastante caldeadas. En un afán de ajustarse a los tiempos, algunos no reconocen a la compañía fundada por Walt Disney.

Warner Discovery, Skydance, Allen Media... Son las tres pretendientes, por el momento, para la compra de Paramount Global. El estudio de la montaña con la cumbre nevada, con el resto de propiedades del grupo, como CBS o Nickleodeon, resultan apetitosos para unos y otros, que quieren consolidar su oferta en el mundo del entretenimiento.

Hace una semana vi “Pobres criaturas”, de Yorgos Lanthimos. A un colega le había encantado, conectaba con aquello. Pero otra me resumió sus sensaciones señalando que le parecía que el director tenía un váter alojado en el lugar de su cerebro, a tenor de lo que suele contarnos.

Estamos en crisis. Las guerras no cesan. Los precios aumentan. Y los sueldos no van en consonancia. Eso si no estamos en paro. Toca apretarse el cinturón, y recortar gastos. Y cada vez más hogares españoles se plantean si merece la pena pagar todos los meses varias suscripciones a plataformas de streaming.

Los gurús que detectan tendencias y los algoritmos que todo lo miden, parecen más que desconcertados, por éxitos inesperados como el de la serie australiana "Bluey".

Walt Disney está de celebración por su centenario. Pero está siendo una celebración algo amarga en el campo fílmico, tras algunos resultados como mínimo discretos, incluida su gran esperanza animada “Wish: El poder de los deseos”.

Cada vez disfruto más viendo películas clásicas, y tengo la sensación de que el cine que se hace hoy en día es peor que el de antaño. No me considero un nostálgico que se repite todo el tiempo que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero sí detecto muchos defectos, falta de ideas y contenidos, capacidad de riesgo, inventiva en los estrenos. Lo que me produce auténtico terror, sea o no Halloween.

Nadie sabe el tiempo de vida que le queda, la muerte sorprende a todos, nunca es "oportuna". Pero cuando tienes 93 años, estás rodando una película que podría ser la última, y te llamas Clint Eastwood, que una huelga te deje literalmente en el limbo es lo que podríamos denominar sin tapujos una... faena, vamos a dejarlo ahí.

Desarrollar una carrera actoral a la sombra de un padre estrella como Denzel Washington, no debe ser tarea fácil para John David. Y eso que al segundo no le están faltando oportunidades, con papeles protagonistas en películas ambiciosas.

The Walt Disney Company está celebrando su centenario. Y es que no se cumplen 100 años todos los días. Por supuesto, hay que adaptarse a los desafíos de los nuevos tiempos, pero nunca olvidando, de verdad, que “todo empezó con un ratón”, que cautivó a un amplísimo público familiar.

Recuerdo que hubo una época en que el cine ofrecía éxitos sorpresa, títulos con los que nadie contaba para atraer al público. En Estados Unidos denominaban a estas películas como "sleepers", "dormilones"; daban mucho que hablar y generaban ilusión. En un Hollywood tan previsible con sus franquicias, parecía que se habían extinguido. Hasta que ha llegado el fenómeno de "Sound of Freedom", que algunos medios especializados han querido ignorar, hacer como si no existiera, hasta que ya era misión imposible actuar así y mantener la credibilidad.

Llama la atención que los actores con más tirón estos días entre el público son más bien maduritos, y encima blancos y heterosexuales. Imagino que los apóstoles de la diversidad estarán tirándose de los pelos, pero los hechos son tozudos.

El tiempo pasa, el tiempo vuela, tic-tac, tic-tac. Llegamos a la Luna, sí, pero quién pudiera hacerse con la anticitera de Arquímedes para romper no sólo las fronteras espaciales, sino también las temporales.

Nunca creí que, dedicándome a la crítica e información fílmicas, tuviera que preocuparme de que algunas personas presten demasiada atención a ver películas y relatos seriados. Pero así es, y es que algunos, como don Quijote leyendo libros de caballería, se han acabado creyendo protagonistas de una historia creada para las pantallas. Confíemos, por lo menos, que tenga “happy end.”