Imagen de la página de un periódico y de Jorge Beltrão Negromonte da Silveira, Isabel Cristina Torreão Pires y Bruna Cristina Oliveira da Silva.

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Semana del Crimen

'Juegos Mortales' brasileños: los caníbales de Garanhuns

La historia de un triángulo amoroso, carne humana, empanadas y locura.
LF
ilustración de Luiza Formagin
LC
traducido por Laura Castro

Artículo publicado originalmente por VICE Brasil.

Garanhuns parece un paraíso. Rodeada por siete colinas, y con un clima templado en verano que contrasta con otras ciudades del estado de Pernambuco, esta ciudad de poco más de 113 mil habitantes suele ser llamada "Suiza Pernambucana" y "Ciudad de las Flores" gracias a su aire bucólico. "Dice la sabiduría popular del pueblo en el corazón del Agreste Pernambucano que quien bebe agua de Garanhuns, un día volverá," describe la prefectura. El que fuera el lugar de nacimiento del expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, también fue escenario de una de las historias más macabras de la década de 2010: Jorge Beltrão Negromonte da Silveira, Isabel Cristina Torreão Pires y Bruna Cristina Oliveira da Silva, mataron a varias mujeres, descuartizaron sus cuerpos y con su carne hicieron empanadas que luego les vendieron a sus vecinos.

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Los caníbales de Garanhuns lograron hacer que la leyenda urbana de la carnicería de Porto Alegre en la calle Rua do Arvoredo pareciera un cuento de Disney.

Las desapariciones

Es normal que la gente crea que los asesinos seriales son genios del crimen, pero en realidad muchos de ellos son atrapados gracias a sus propios errores —los más básicos del mundo—. Los tres asesinos de Pernambuco no fueron la excepción. Sus crímenes fueron descubiertos por un error muy tonto.

Ya tenía tiempo que la población de Garanhuns reclamaba que la policía no lograba encontrar a dos mujeres que habían desaparecido sin dejar rastro. Giselly Helena da Silva, de 31 años, desapareció el 25 de febrero de 2012. Era una mujer bonita y sonriente, conocida en la ciudad como "Geisa de los Panfletos" debido a su profesión. Tenía familia, amigos y empleo. No había un solo motivo plausible para que simplemente se fuera. La otra mujer era Alexandra Falcão da Silva de 20 años. Era joven, con familia y estaba en busca de empleo en la ciudad para mantenerse. Desapareció el 12 de marzo después de hablar con su madre y decirle que trabajaría como empleada doméstica ganando más de un salario mínimo.

La primera pista llegó por correspondencia. La familia de Giselly se extrañó al recibir un recibo de la tarjeta de crédito de la chica. Dos días después de su desaparición se hicieron compras en su nombreen cinco tiendas de la ciudad. No tenía sentido. La familia llamó a la policía.

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Las autoridades revisaron las cámaras de seguridad de las tiendas que aparecían en el recibo, y en lugar de Giselly se veía una pareja desconocida para la familia. Después de investigar, consiguieron una dirección en el barrio Jardim Petrópolis, a donde llegaron siguiendo las evidencias. La policía no esperaba abrir una caja macabra de Pandora.

En abril, la policía encontró a tres adultos en una casa: Jorge Beltrão Negromonte da Silveira, Isabel Cristina Torreão Pires y Bruna Cristina Oliveira da Silva. Había también una niña pequeña, identificada como hija de Jorge y Bruna. Asustada, la niña apuntó al patio trasero, indicando el lugar donde se encontraban los cuerpos de las dos mujeres asesinadas por el trío.

Giselly fue atraída a esa casa por medio de Isabel, una señora canosa de mayor edad de la que aparentaba, quien la a ayudaría a conocer más la palabra de Dios. Ahí, conoció a Bruna, luego la llevaron al interior del lugar sin saber que Jorge ya la estaba esperando. De manera sorpresiva, Jorge golpeó el cuello de la víctima, y con ayuda de Bruna, la arrastró hasta el baño donde la descuartizaron y le extrajeron la carne de los muslos, los brazos, las nalgas y el hígado para luego almacenarla en el congelador.

Alexandra pasó por lo mismo. Fue atraída por una propuesta de empleo para trabajar como empleada doméstica en la casa, y ahí la degollaron. Los restos mortales de las mujeres fueron encontrados en fosas de un metro y medio en el jardín. Alexandra fue enterrada con sus documentos y Giselly con su propia fotografía.

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Ya en la comisaría, Isabel cedió a la presión de los investigadores y contó cómo ocurrieron las muertes, que planeaban matar a dos mujeres más y que la carne extraída de las víctimas no solo sirvió para alimentar al trío y a la niña que vivía con ellos, sino que también se la vendieron a habitantes incautos de la ciudad.

Sin perder ni un segundo, la prensa se concentró en descubrir quiénes eran las tres personas responsables de los brutales crímenes. Con la ayuda del diario de Jorge fue posible llegar a entender la dinámica del trío caníbal.

Una danza triste y música macabra

"Muchas veces me pregunté si mi mente estaba sana; me lo preguntaba delante del espejo, y mi reflejo me respondía diciendo que una persona normal no hablaría con una imagen en el espejo", escribió Jorge en su libro Revelaciones de un esquizofrénico. El libro tiene 34 capítulos y un poco más de 50 páginas, en las que Jorge relata las alucinaciones que sufría provocadas por la esquizofrenia que padece desde pequeño.

No hay otras narrativas disponibles sobre Jorge Beltrão más allá de lo que narró en su pequeño diario. No hay, además, cómo separar la verdad de las mentiras y de las alucinaciones. Lo que se sabe con base en eso es que Jorge nació en Recife (PE), se graduó en Educación Física en la Universidad de Pernambuco (UPE), y dio clases de Karate.

Cuando era niño cuenta que tuvo dos amigos, uno negro y otro blanco, que lo esperaban en el patio de su casa para jugar después de la escuela en un mundo de aventuras y fantasías "huyendo de monstruos negros y de los fantasmas que pasaban (…) como flechas". También recuerda a pequeñas mujeres tocando bandolines debajo del fregadero mientras su madre lavaba los trastos, y que él se reía apuntando hacia ellas. Pasó la infancia jugando con sus dos amigos, viendo fantasmas y mujeres sombrías en el patio trasero sin despertar ninguna señal de anormalidad para quien lo veía desde fuera. "Mis hermanos que eran tres… Irineu, Emanuel y Jeová, jugaban entre sí, era raro que yo me divirtiera con ellos, porque yo prefería a mis amigos", relata.

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Jorge cuenta que intentó apartarse de sus amigos en la pubertad. Y que en protesta, los dos se quedaron horas de pie a su lado, esperando atención. Irritado, Jorge le pidió a su padre ir al patio trasero y pedirles que se fueran. Se sorprendió con la respuesta de su padre. No había nadie ahí. Al igual que como cuando nadie vio el cortejo fúnebre que pasó en una calle cercana a su casa, algún tiempo después. Así pasó Jorge la juventud, viendo cosas que no estaban ahí. Escuchando canciones que nunca fueron tocadas y siendo sorprendido por lindas mujeres flotantes y hombres sin cabeza que nadie veía.

Terminando la facultad de Educación Física, se comprometió con su novia de muchas años, Isabel Cristina Torreão Pires, apodada "Bel". En su fiesta de graduación, con su madre, su familia y Bel ahí, notó que nadie percibía que su padre estaba presente también.

La película casera hecha por Jorge e Isabel a finales de los años 1980 sobre canibalismo.

Su padre continuó estando presente hasta su boda con Isabel, cuando Jorge cuenta que tuvo su primera crisis psicológica. Se puso tan mal que su novia huyó con los vecinos, temiendo que la hiriera. Quienes lo calmaron fueron su padre y sus amigos de la infancia. "Lo que me resultó extraño fue que mis amigos de la infancia seguían siendo niños".

En las páginas un tanto confusas, pero sorprendentemente bien escritas de Jorge, él cuenta haber sido procesado por un asesinato que cometió en una de sus estancias en el manicomio por 27 días. Sin embargo, dice que continuó dando clases en una academia y viviendo con Isabel a pesar de su estado mental. En una de sus clases, cuenta que conoció a una alumna que lo siguió hasta su casa. Por su descripción era una "hermosa mulata" de cuerpo perfecto y ojos como perlas negras que empezó una relación seria con él. Luego, empezó a vivir con las dos en la misma casa.

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"Durante mucho tiempo me pregunté si esa unión era real," relató. De hecho, después de un tiempo la amante desapareció, dando a entender que ella era una más de sus alucinaciones.

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"Yo tenía el deber de destruirla"

Después de la desaparición de la adolescente negra y hermosa de la vida de Jorge, un tercer elemento apareció en la rutina de la pareja y se convirtió en una de las protagonistas de la historia que estás leyendo. En el libro, es algo confuso, porque se trata de una joven con las mismas características de la joven misteriosa que compartía su hogar, y Jorge la llama hija.

La mujer fue bautizada como Jéssica y se fue a vivir definitivamente con la pareja tras tener problemas con su madre. En esa época, Jorge se abrió con Isabel y le dijo que la veía más como una madre que como una esposa. Isabel empezó a preparar alimentos, principalmente empanadas, para sostener la casa ya que debido a sus problemas mentales, Jorge ya no podía dar clases.

Fue cuando estaban viviendo en Olinda (PE) que Jorge cuenta que se sintió bien por primera vez. Dejó de tomar sus medicinas, de frecuentar las clínicas psiquiátricas y vivía en una casa sencilla con Isabel y Jessica. Todo cambió cuando una "adolescente malvada" apareció sin ser invitada en la casa para entorpecer la vida de todos. Era una joven que fumaba mucho y que estaba acompañada de carcajadas maligna y sombras extrañas. "Era el mal en persona", escribió Jorge.

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Convencidos de que la adolescente debía ser destruida, Jorge, Isabel y Jéssica planearon su exterminio. De sorpresa, Jessica inmovilizó a la adolescente y Jorge la golpeó en el cuello. Considerando que la joven podía estar aún con vida, Jorge la ahorcó con una cuerda en la ducha. Cortaron el cuerpo, enterraron las partes en el patio y se comieron su carne "maligna" como parte de un ritual de purificación.

Jorge se sintió aliviado con la muerte de la adolescente, pero relata que la casa donde vivían quedó embrujada. Por eso, se mudaron a Paraíba.

Sin embargo, ni siquiera el relato de la alucinación de Jorge pudo opacar la realidad.

¿Quién es Jéssica?

Jéssica existió en el plano real, aunque en los relatos de Jorge su figura se encuentra distorsionada. Para explicarlo mejor, pensemos en dos Jésicas. En el libro de Jorge, está la Jessica que fue a vivir con ellos. En el plano real, Jessica fue su primera víctima y la joven que formó un triángulo amoroso con la pareja era Bruna Cristina Oliveira da Silva.

La Jésica del plano real es Jéssica Camila da Silva Pereira. Nació y fue criada en Olinda (PE), tuvo una hija estando muy joven y, con 22 años de edad, estaba en busca de empleo cuando desapareció en 2008. Vivía en la calle, por lo que Isabel y Jorge la convencieron de trabajar con ellos como empleada doméstica en su casa, y le dijeron que podía llevar a su hija consigo. En las pocas semanas que vivió ahí, según los padres de Jéssica, fue mantenida como rehén de Jorge. Sólo podía salir del lugar con la condición de dejar a su hija con ellos.

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Jéssica se negó abandonar a su hija y entre los tres la asesinaron. Después de asesinarla, la dejaron alrededor de dos horas desangrándose bajo la ducha hasta que perdió toda la sangre. Más tarde, guisaron su carne. "[La gente] se la comió como come cualquiera tipo de carne. Sabía a carne de bovino. No sé precisamente quién preparaba la carne, si Bel o Bruna o las dos juntas. La gente puso la carne [de la joven] en un plato normal", dijo Jorge durante su testimonio. La justificación del hombre para haber matado a Jéssica fue su rebeldía y la ropa escandalosa que usaba al salir de noche.

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Teniendo los documentos personales de la víctima y de su hija, Bruna asumió la identidad de Jéssica y registraron a la niña ante la ley como hija de Jorge. Bruna, incluso, se presentó en su primera cita ante la ley como Jéssica. La niña, criada por los tres, además de haber visto a su madre ser brutalmente asesinada y descuartizada, fue obligada a comer la carne de las víctimas y la utilizaron como recurso para conquistar la simpatía de las mujeres que querían atraer. En una entrevista desgarradora hecha por TV Record, la niña identificó a Jorge como caníbal y como el asesino de su madre. Ahora, vive con su tía abuela, lejos de los reflectores, después de cinco años bajo el dominio de esos tres asesinos.

“No percibí alguna diferencia que indicara que era carne humana, solo estaba muy salada”

Además de todos los elementos surrealistas que constituyen la historia de Jorge, Isabel y Bruna, la información de que la carne de las víctimas fue usada para rellenar las empanadas que Isabel vendida en la ciudad fue la cereza del pastel que despertó la curiosidad de la prensa nacional e internacional.

Según el testimonio de Isabel, la carne también fue consumida como una forma de ritual macabro. Parece que los tres tenían una especie de culto llamado Cartel que predicaba la disminución poblacional y la purificación del mundo. Sus víctimas no eran elegidas por casualidad. Todas eran consideradas mujeres impuras que esparcían el mal y la discordia en la Tierra, y por eso debían ser eliminadas.

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En el diario de Jorge, él comenta que antes de los asesinatos Isabel solía vender empanadas y otros alimentos para sostener la casa en la época en que él estaba deprimido. La población de Garanhuns solía comprarle por lástima. Algunos relatan en reportajes que Isabel vendía alimentos para comprar los medicamentos controlados de Jorge, aunque no siempre tenía éxito. "Ella decía que eran light y que estaban hechas con pollo. No percibí alguna diferencia que indicara que era carne humana, sólo estaba muy salada", dijo una habitante de Garanhuns.

La gente quedó tan asustada con la proximidad macabra de los asesinatos y la carne humana en empanadas que solo parecían mal hechas, que hasta los vendedores inocentes sufrieron una grave caída en sus ventas por la desconfianza de los clientes. ¿Qué les garantizaba que las empanadas de la esquina no estaban hechas con carne humana?

Los tres confesaron y luego se retractaron varias veces de la versión en que la carne humana fue vendida en la ciudad. En un primer momento, Isabel afirmó haber inventado la historia porque tenía miedo de ser agredida en la comisaría y quería que la internaran en un hospital de custodia. Sin embargo, todos admitieron haberse alimentado de carne humana y haberle dado de esa carne a la hija de Jéssica que vivía con ellos. En el período en que el trío fue arrestado, ya había puesto sus ojos en otras dos mujeres de la ciudad.

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Como era de esperar, la casa de los horrores en el barrio Jardim Petrópolis fue devastada por la población. Primero, la saquearon por completo, después la destruyeron e incendiaron dos veces. Debido a este error bastante común de la policía brasileña de no acordonar las escenas de crimen, casi pierden el diario de Jorge y unas anotaciones de Bruna —que hasta hoy no han sido publicadas—.

Ya estando encarcelados, los tres asesinos recibieron innumerables visitas de la prensa. Fue un proceso muy bien documentado por todos los periódicos de Brasil, le prestaron una atención fuera de lo común. No es que el trabajo periodístico estuviera de sobra, pero fue algo triste ver la forma sensacionalista en que la prensa optó por abordar todo el asunto. Por eso, quizás sea difícil discernir qué versión de la verdad sobre la locura de los tres debemos creer.

Juegos mortales

El trío compareció ante el plenario por las acusaciones de doble homicidio triplemente calificado, vilipendio (violación) y el ocultamiento del cadáver de Jéssica Camila en 2014. En los testimonios de los acusados, las versiones de los crímenes presentaron algunas inconsistencias que dieron a entender que cada uno estaba haciendo lo posible para eximirse de la culpa. Sin embargo, la impresión que quedó es que la relación extraña de Isabel y Jorge, que era más maternal que amorosa, también era fruto de las manipulaciones de Jorge, descrito como un hombre carismático e inteligente, pero también muy agresivo e impredecible al ser contrariado. Bruna, con menos de la mitad de la edad de Jorge e Isabel, se mostró sarcástica ante el jurado, aunque también sostuvo que Jorge era un hombre manipulador y cruel con sus víctimas.

"Yo no participé en el asesinato ni en el descuartizamiento, cuando vi [las partes del cuerpo], me asusté. [En la película] Juegos Mortales perdería, comí la carne porque formaba parte del ritual. La niña no comió de esa carne", dijo Bruna.

La defensa de Jorge obviamente alegó enfermedad mental para intentar al menos que el hombre fuera internado en un hospital de custodia. Extrañamente, el informe médico negó cualquier indicio de enfermedad mental de Jorge. Por ello, fue condenado a 23 años de cárcel. Isabel y Bruna, a 19. Los tres fueron abucheados por la gente al salir de la corte Fórum de Olinda tras la sentencia. Hoy en día, los tres aguardan sus juicios por la muerte de Alexandre y Giselly en Garanhuns. Hay sospechas de que Jorge dejó más cadáveres en fosas en las ciudades donde vivió en el Nordeste, pero no hay pistas ni evidencias más allá de las palabras de Isabel y Bruna.

Poco se sabe sobre la vida privada del trío y sobre su historia antes de ser conocidos como caníbales. El propio Jorge en su diario advierte al lector que podría estar siendo engañado por la realidad que proyecta su mente.

"Todo eso que revelé, no soy yo, ni nadie, es sólo mi mente", escribió en el último capítulo de su libro, registrado ante un notario semanas después de la muerte de la tercera víctima.