Vuelven las bermudas

Siempre hay una lista de prendas y tendencias que juramos no volver a usar nunca más cada vez que vemos fotos viejas.

Casi siempre se trata de aquellas decisiones estéticas extremas que adoptamos en la adolescencia y juventud, momento en el que, para qué mentir, se está en pleno proceso de autoconocimiento y búsqueda de la identidad.

Pero una de las más repetidas, al menos por parte de las que vivieron aquella época a finales de los `90 y principios de los 2000, es la de los pantalones pirata, una especie de bermuda.

Son esos que quedaban a la altura de las rodillas (normalmente, un poco por debajo), que solían ajustarse a la pierna y tener como compañía tops de tirantes cortos, todo en una gama de color o bien coordinada o bien libre hasta el extremo.

Pero si algo nos está enseñando el regreso de las mallas de ciclista es a no renegar de lo que fuimos, y por eso no habría que repudiar los pantalones que marcarán el comienzo del 2019: los mencionados pantalones pirata y las bermudas pitillo.

De manera más o menos inesperada, los leggings cortos se han convertido en la prenda viral del verano: en las cuentas de Instagram de prescriptoras de moda hay looks de todo tipo, entre los que destacan los que incluyen un blazer.

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Yuxtaponiendo las dos prendas, se consigue rebajar el tono de ambas para crear un equilibrio que se ha demostrado garante de likes y del gusto de la pasarela, porque han sido muchos los diseñadores que han incluido el giro deportivo en sus colecciones, desde Miu Miu hasta Jacquemus, pasando por Stella McCartney o Fendi.

Pero si bien esta fórmula de éxito ya resulta familiar (la ecuación no varía, ya que en la parte superior, camisas, americanas y otros tops con cuellos camiseros son inamovibles), la de pasar estas mallas por el filtro estético del clasicismo acaba de empezar su trayectoria como pieza que más amor/odio generará la próxima primavera-verano.

Mientras hay quienes no quieren separarse de las zapatillas y el (nuevo) chándal deluxe, existen quienes están encantadas de que la industria parezca estar virando hacia lo que tradicionalmente se ha asociado a lo femenino, introduciendo una última vuelta de tuerca en el romanticismo y en el fondo del placard para jugar con el concepto tanto de arty como de nerd.

Esos dos términos son clave para entender parte de la última colección de Prada, uno de los máximos exponentes a lo que bermudas pitillo se refiere. Con la mirada puesta en la juventud, los looks que Miuccia propuso para una generación diversa a la que no quiere simplificar, comenzaban con uno en concreto que se repetía en distinto color: camisas de manga corta con lazada al cuello, calzado híbrido entre botín calcetín y sandalia y bermudas ajustadas de pinzas, como si fuese un traje sastre cortado. Y esa concepción sartorial es crucial para obtener la declinación tradicional, pija si se prefiere, de las mallas de ciclista.

Este tipo de pantalón no deja de ser una evolución de las bermudas oversize que, hasta ahora, habían asomado tímidas en vidrieras y colecciones.

La preeminencia de la sastrería en los looks diarios hizo necesario un refresco visual que llegó no solo a través de cambiar las medidas (oversize), colores (de los pastel a los vitaminados) y tejidos (de las lanas y algodones al satén y otros fluidos, por ejemplo), sino de variar la parte de abajo.

Así, los palazzos convivieron con las minifaldas y, durante el verano de 2018, los shorts largos que jugaban con el concepto de bermudas. Eso sí, anchas, con las letras XL cosidas fuertemente porque, curiosamente, eso requería (y requiere) un menor compromiso estético que las que quieren ser tendencia el próximo verano.

Aunque Prada tiene la potencia suficiente como para no necesitar a nadie más para convertir una propuesta en popular, no ha sido la única firma en la que estas bermudas pitillo han aparecido.

Roberto Cavalli incluyó varias en su desfile, entre las que destacan unas blancas a juego con un chaleco y otras de print animal en beige, lucidas por Gigi Hadid con un blazer y unos botines de tacón; mientras que Toga se decantó por el azul marino para las suyas.

Por su parte, Off-White escogió un amarillo pálido para el traje de chaqueta con bermudas que, en esta ocasión, bajaba ligeramente su medida para tapar la rodilla y acercarse sin pudor al pantalón pirata. Porque sí, esa versión también ha tenido su espacio en las colecciones de primavera-verano.