Ricardo Pérez-Solero

Yakarta, 27 nov (EFE).- La cómica Sakdiyah Maruf utiliza el humor para hablar del radicalismo islámico y de los derechos de la mujer en Indonesia, el país con la mayor población musulmana del mundo y que castiga la blasfemia con hasta cinco años de cárcel.

"Los terroristas se parecen mucho más a Kim Kardashian que a cualquier musulmán, publican vídeos en línea y están desesperados por llamar la atención", cuenta la monologuista indonesia, vestida con un velo islámico durante una de sus últimas rutinas.

Bromas como esta han logrado la carcajada y empatía de miles de seguidores, aunque también han colocado a Sakdiyah en un complicado equilibrio entre su posición como humorista, musulmana y mujer de ascendencia árabe nacida en una familia conservadora en Pekalongan, en el centro de la isla de Java.

El 88 por ciento de lo más de 260 millones de habitantes de Indonesia practican el islam, la mayoría de forma moderada; sin embargo, tras la transición democrática que sucedió a la caída del régimen de Suharto en 1998 ha aumentado de forma progresiva la influencia de los grupos extremistas.

Durante una entrevista con Efe en un café de Yakarta, la considerada primera cómica musulmana de Indonesia admite que los enemigos que más le preocupan no son las personas detrás de la creciente intolerancia en el archipiélago, sino algunos de sus familiares.

"Desgraciadamente uno de mis mayores oponentes es la persona que antes me era más cercana, mi hermana, que acaba de unirse a uno de esos grupos", comenta Sakdiyah en referencia a los fundamentalistas.

"Ella me dijo 'por amor de Dios por favor no uses el fundamentalismo y el extremismo (en tus monólogos) y tira todos esos libros feministas'", añade la monologuista de ascendencia árabe mientras su marido cuida de su hija de siete meses en una habitación contigua.

En 2015 la indonesia recibió el premio internacional Vaclav Havel a la disidencia creativa, aunque ella rechaza el adjetivo de "valiente" ya que "valida el estereotipo de que las musulmanas están tan oprimidas que tienes que darle un premio a una musulmana solo por ser monologuista".

Aún así la presión social en Indonesia, junto a las leyes contra la blasfemia y de Información y Transacciones Electrónicas (ITE) que conllevan penas de hasta 5 y 6 años de cárcel, respectivamente, hacen peligroso bromear sobre asuntos relacionados con la religión.

La cómica cuenta que durante el régimen de Suharto (1967-1998), época en la que los grupos islamistas fueron reprimidos, los humoristas sabían que se enfrentaban al Gobierno, pero ahora la presión se ejerce a través de una "mano invisible" que empuja a la autocensura.

Además, Sakdiyah aclara que sus bromas no son sobre el islam, sino "sobre musulmanes y la manera en la que practican el islam" y que "nunca ridiculizaría los versos del Corán o el mensaje del profeta".

Tras tener a su hija, la indonesia asegura que ha decidido centrar sus monólogos más en las mujeres, en parte a causa de la presión hacia la autocensura y en parte porque "me di cuenta que desde el principio siempre hice esto por las mujeres".

El miedo, admite la cómica, forma parte de su profesión cuando recibe mensajes que rezan por el infortunio de su hija, pero también cuando piensa en como se tomará Dios su profesión.

"Estoy asustada de ir en contra de Dios, pero no podemos preguntarle", dice Sakdiyah en uno de los pocos momentos en los que no bromea.

Aunque su marido la llama "una cómica con una misión", la indonesia diluye parte de la imagen de rebeldía y asegura que su intención es tener "una conversación cariñosa" con sus familiares.

"Siempre me vi como una persona a la que le costaba encontrar maneras de expresarse, y pensaba que era una forma de buscar la salida; ahora tengo 36 años y me doy cuenta que lo que en realidad soñaba era encontrar la manera de entrar", narra la monologuista. EFE

rps/grc/msr