CRISIS DE REFUGIADOS

Un primer paso vital

El bufet más cálido en la fría Zúrich

Refugiados y vecinos comparten un bufet organizado por la comunidad en un barrio de Zúrich.

La ciudad suiza acoge una iniciativa entre vecinos y refugiados con el fin de lograr la tan ansiada integración

La larga marcha de los refugiados, frontera a frontera

Faltan 10 minutos para las 6 de la tarde. Es uno de los días más fríos en Zúrich y cae la primera nevada. Shiraf, su familia y algunos más de sus compañeros en la casa de acogida se preparan para llegar puntuales a la reunión que Guy Schicker y otros vecinos del barrio han organizado. "Vivimos en el mismo barrio y el primer paso es conocernos", dice este joven vecino.

El punto de encuentro es una sala comunal. Mesas y sillas están ya colocadas. En cuanto empiezan a llegar tanto los refugiados como los vecinos, la mesa central se llena de comida. Cada uno trae lo que quiere: ensalada, cuscús, hummus, empanadas y demás especialidades que evocan el país que han dejado. Los suizos, especialistas en dulces y pasteles, se encargan del postre. El bufet se convierte en una buena mezcla de colores y sabores.

Hay niños, jóvenes y adultos. Familias completas o fracturadas. Pero esta noche, en el centro, no se hablará de los horrores de una guerra, ni de la larga travesía que les ha llevado a cruzar siete países en barco, autobús y a pie para llegar hasta Zúrich.

Llevan dos meses en la ciudad y pocas clases de alemán: hora y media a la semana. "Claro que hay diferencias, y no se puede avanzar igual con todos los grupos", explica Claudia Baumgarten, profesora de alemán del centro. "Para algunos es la primera vez que usan el alfabeto latino", dice. En los seis meses que, como máximo, se quedarán bajo su tutela, ella prefiere darles ayudas prácticas para que puedan desenvolverse en el día a día. Saludos, números, días de la semana. Explicarles cómo funcionan cosas tan simples como comprar un billete de tranvía.

Baumgarten confiesa que sus clases son como una clase normal para cualquiera que desee aprender el idioma. O al menos eso es lo que ella quiere. "Aunque a veces es difícil explicar las cosas si no se habla el mismo idioma o no se comparte una lengua en común, pero siempre hay una salida", explica entusiasmada.

"Estamos en un barrio que nos ha acogido muy bien", dice la profesora. El resultado de esas ganas de cooperar es la reunión de hoy. "Es una iniciativa de los vecinos y los refugiados [prefiere utilizar esa palabra] la han sabido acoger", explica Guy Schicker, vecino que organizó el encuentro. "Si esto sale bien, seguirán muchos encuentros más; el de hoy es solo una prueba", cuenta.

La noche avanza y llegan más vecinos. Schicker se muestra sorprendido; "hay mucha gente", dice. Claudia Baumgarten califica de muy positiva esta acción. Y para Shiraf, 20 años, estudiante de Farmacéutica en Damasco, es una manera de cambiar su rutina. "strong>"Es muy aburrido estar en mi habitación todo el día". Más no puede hacer con los 13 francos suizos (12 euros) que recibe por día para sus gastos, no tiene muchas oportunidades de salir y hacer lo que haría cualquier chica de su edad. Una cerveza en cualquier bar cuesta seis euros y una entrada al cine 15.

En el centro de acogida están ubicadas 90 personas y 30 son niños. "Ellos son los que mejor se lo pasan. Siempre hay con quién jugar. Durante el día reciben clases en cursos de acogida que han organizado las escuelas. Ahí los nivelan en el idioma para luego integrarlos a las clases con niños de su edad", explica Claudia.

A estas casas de acogida llegan las personas que tienen alguna posibilidad de obtener asilo en Suiza. Durante su estancia, las autoridades cantonales revisan la documentación presentada en el momento de cruzar la frontera. Es también en esta fase cuando pueden exponer su caso detalladamente y el motivo para pedir asilo. Tras un largo proceso, en el que se estudia cada carpeta y que puede durar meses, se da respuesta a la petición de asilo. De ser positiva, reciben un permiso que les permite trabajar y facilidades para encontrar un piso. De ser negativa, pueden apelar, pero al recibir otra negativa tienen 30 días para dejar el país.

En esta reunión, todos se encuentran en esa fase, se pasan el día esperando a que les llamen para la entrevista. No tienen papeles, así que no pueden abandonar el país. Shiraf tiene un hermano de 25 años en Austria. Hace tres años que no se han visto. "Desde que se fue a estudiar medicina", cuenta en inglés. "A él ya le han entrevistado; ojalá pronto tenga los papeles en regla y nos pueda visitar", continúa.

Se muestra animada por aprender el idioma. "Wie heisst du?" [¿Cómo te llamas?] le pregunta a una pequeña que se sienta a su lado. La niña responde emocionada: "Sofía". Y así, poco a poco, esta chica de Damasco va perdiendo el miedo a hablar. "Spas" en kurdo significa "gracias" y en alemán "diversión", explica.

Unos y otros empiezan a despedirse. Todos se acercan a Guy, le agradecen la iniciativa y le preguntan cuándo será la próxima vez.

2 Comentarios

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La integración es totalmente imposible y, además, NO deseada por ninguna de las partes; así que...! Pero una comida caliente sera siempre la bienvenida, y nunca se sabe lo que puede hacer un vientre agradecido...: hasta incluso colaborar...!

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Me parece muy bien la iniciativa de estos Suizos, ademas se les ensenâ a vivir y aprenden el idioma. Lo que mas es que ellos no les dan el ok enseguida, pues estudian su caso y se de ser positivo se les da trabajo de lo contrario de no estar en orden sus papeles( pueden ser falsificados) los rechazan y tienen que dejar el Pais. Muy buena manera de saber a quien das el acilo y a quien no-