Yo fui feliz en Silicon Valley
Yo fui un trabajador feliz de Silicon Valley –diría con nostalgia un empleado de Twitter, de Meta o de Microsoft–. Teníamos jerarquías horizontales, vacaciones sin límites, cabinas para siesta, comida y gimnasio gratuitos.
Pero llegó 2022 y todo esto empezó a desaparecer.
Nadia Rowlinson, del New York Times, señala el ocaso de esta cultura corporativa basada en el empoderamiento del empleado innovador y comprometido. La burbuja se pinchó y el megamillonario Elon Musk fue el encargado de ponerle fin a esa primavera con la compra de Twitter y el despido de la mitad de sus trabajadores.
El fin de la bonanza llegó con una ola de cesantías. Y el retorno del caciquismo o “jefismo”. “La gerencia cedió demasiado control y debe arrebatárselo a los empleados”, dice un jefe de Silicon Valley. Se trata del regreso a la gran disciplina. Menos empleados haciendo más trabajo. Como lo cantó el músico brasileño Cazuza a fines de los 80: “Yo veo al futuro repetir el pasado, un museo de grandes novedades”.
Algo más...
Silicon Valley tiembla. La noticia del año pasado fue el despido caprichoso, aleatorio, de 7500 empleados. Ese año la industria de las empresas tecnológicas echó a más de 150.000 trabajadores. Para 2023, Microsoft anunció un recorte de 10.000 empleos. Y el horizonte infinito encontró su límite.